Antiguo dicho
cuyo significado expresaba que: a quien se le aplicaba no iba nunca a misa.
Hoy,
domingo 5 de marzo, fui hasta la parroquia y la encontré cerrada. Sabido es que
oigo poco y que, en la iglesia, la mayor parte del tiempo, no puedo utilizar
los audífonos. ¿Por qué? Por varias razones. Debería quitármelos durante los
canticos cuyo volumen es generalmente alto (recuerden que los audífonos no tienen
el rango de respuesta de un oído humano normal). Los sacerdotes tienen la
costumbre de hablar muy bajo. Y quienes hacen las lecturas, bueno, es usual que
no sepan leer, no quiero decir leer en forma genérica, leer para ser escuchados
por un auditorio. Tratándose de que están leyendo la palabra de Dios, lo cual
se da por supuesto, deberían practicar adecuadamente y mostrarse acorde a ese
hecho. Bien, pero ese es otro tema.
El domingo
pasado, en la misa de las 21 h, el sacerdote comunicó el cambio de horario para
marzo. Yo escuché siete o siete treinta, esa era mi duda y diez de la mañana. Así
que me dirigí el domingo de tarde a las 19 h. Como mencioné la parroquia estaba
cerrada. En un local delante de la capilla había dos salones muy iluminados. En
el que estaba sobre la puerta de acceso estaban terminando de trabajar varias
mujeres. En el otro se veía un hombre leyendo o escribiendo. Pregunté, ninguna
de ellas tenía idea, una señora joven, muy amable, se mostró muy dispuesta a
auxiliarme y llamó por teléfono a la persona encargada de abrir y cerrar la
parroquia. Ella le informó que las misas eran los sábados 19:30 h y los domingos
a las 10 h.
Todo muy
bien, se me puede aplicar el dicho, por comodidad no averigüé mejor, tuve todas
las oportunidades el domingo anterior para hacerlo, incluso a la salida cuando
saludé al sacerdote.
Pero, me
queda rondando una pregunta maliciosa. Como puede ser que personas que trabajan
para o relacionadas con la iglesia no conozcan los horarios de misa. ¿Acaso ninguna
de ellas asiste a misa?
No me
había sucedido algo así en el pasado, es cierto que pandemia mediante hubo
muchos cambios momentáneos y la misa por internet pasó en su momento a sustituir
a la presencial. Esto también es un tema que da para conversar mucho. Recuerdo unas
palabras de Benedicto XVI (ya Papa Emérito) al respecto mirando la práctica de
la liturgia desde otro ángulo y refiriéndose a un dicho de Jesús: no cito,
escribo como lo recuerdo: cuando dos o más se reúnen en mi nombre yo estoy con
ellos (Mt 18, 20).
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