lunes, 13 de marzo de 2023

LOS OLÍMPICOS DEL 24 - Y2K

 

Es altamente probable que nos suceda a todos quienes nacimos a mitad de siglo, de cualquier siglo, en este caso del siglo XX.

Días pasados comentaba acerca de un acontecimiento personal y comencé a decir en mil novecientos noventa y…, de inmediato me detuve y corregí, en dos mil dieciséis.

Fueron cincuenta años de decir en el sesenta y cuatro, en el setenta y uno, en el ochenta… era innecesario decir en mil novecientos sesenta y cuatro. Ahora es obligatorio que digamos el año dos mil dieciséis, no solo dieciséis… algún automatismo de mi cerebro trata de mantener, ya transcurridos más de veinte años de este siglo, una nomenclatura arcaica. Este hecho me trae a la memoria una situación graciosa que ocurrió con el cambio de siglo. Se pensó que podía ocurrir un error en las fechas de las computadoras, cuando cambiase el siglo. Fenómeno que dio en llamarse Y2K.

Los uruguayos campeones olímpicos de fútbol en el año 1924 eran los olímpicos del veinticuatro, los campeones de 1928 eran los olímpicos del veintiocho. El primer mundial de futbol fue el mundial del 30.

Si ahora dijéramos los campeones del 24, quien nos escuche pensará que serán los campeones del año próximo, que estamos haciendo futurismo. Y pasado un año más se nos preguntará de que estamos hablando.

En fin solo es el tiempo, que es igual y es diferente para cada uno. Y aunque no lo hubiera expresado Einstein en su teoría de la relatividad especial, siempre supimos que el tiempo no pasa igual para el que espera que para el que viaja. Y que a la línea del tiempo cada cual la siente de manera diferente y también es diferente para quien la piensa ahora que hace veinte años.

Pero es interesante volver al fenómeno Y2K porque no se trató de uno de esos fantoches que anuncian el fin del mundo. Este fenómeno fue tratado por revistas internacionales muy reconocidas en la rama de la ingeniería.

Pues si fallaban los relojes, supongamos de los aviones, que fue uno de los temas tratados, ¿qué sucedería? Hubo quien pensó en detener todos los vuelos ese día, pero, ¡Vaya! No hay lugar suficiente en la tierra como para albergar todos los aviones que existen. ¿Interesante no? Siempre tiene que haber aviones volando…

Hubo, como es usual quienes se aprovecharon de la situación sugiriendo algún tipo de negocio, seguros, kits de supervivencia…

Yo trabajaba para una empresa en mantenimiento de instalaciones eléctricas. Algunos clientes nos pidieron que dejáramos electricistas de guardia y a otros se los sugerimos. Hoy día decimos ¡que gracioso! Pero realmente no se sabía como responderían las computadoras cuya fecha había sido programada hasta el 31 de diciembre de 1999. Que fecha y hora pondrían cuando transcurriese ese día. Programas antiguos, al finalizar la fecha de programación saltaban por ejemplo al primero de enero de 1980. A la mañana de la tan temida fecha me llama un ingeniero y me comenta que no tiene personal suficiente. Yo todavía algo dormido, no soy de levantarme muy temprano, le respondo, «no hagas nada», el año nuevo, el año 2000 ya había comenzado en varias partes del mundo y que yo supiera no había pasado nada, ni se habían caído aviones ni nada por el estilo.

Si las computadoras sin necesidad de que las programaran especialmente funcionaron bien, por qué no lo puede hacer nuestro cerebro. Claro que puede. Pero debemos decir los olímpicos de 1924.

domingo, 5 de marzo de 2023

CUANDO VOS VAS A MISA HASTA EL CURA ESTÁ BORRACHO

 

Antiguo dicho cuyo significado expresaba que: a quien se le aplicaba no iba nunca a misa.

Hoy, domingo 5 de marzo, fui hasta la parroquia y la encontré cerrada. Sabido es que oigo poco y que, en la iglesia, la mayor parte del tiempo, no puedo utilizar los audífonos. ¿Por qué? Por varias razones. Debería quitármelos durante los canticos cuyo volumen es generalmente alto (recuerden que los audífonos no tienen el rango de respuesta de un oído humano normal). Los sacerdotes tienen la costumbre de hablar muy bajo. Y quienes hacen las lecturas, bueno, es usual que no sepan leer, no quiero decir leer en forma genérica, leer para ser escuchados por un auditorio. Tratándose de que están leyendo la palabra de Dios, lo cual se da por supuesto, deberían practicar adecuadamente y mostrarse acorde a ese hecho. Bien, pero ese es otro tema.

El domingo pasado, en la misa de las 21 h, el sacerdote comunicó el cambio de horario para marzo. Yo escuché siete o siete treinta, esa era mi duda y diez de la mañana. Así que me dirigí el domingo de tarde a las 19 h. Como mencioné la parroquia estaba cerrada. En un local delante de la capilla había dos salones muy iluminados. En el que estaba sobre la puerta de acceso estaban terminando de trabajar varias mujeres. En el otro se veía un hombre leyendo o escribiendo. Pregunté, ninguna de ellas tenía idea, una señora joven, muy amable, se mostró muy dispuesta a auxiliarme y llamó por teléfono a la persona encargada de abrir y cerrar la parroquia. Ella le informó que las misas eran los sábados 19:30 h y los domingos a las 10 h.

Todo muy bien, se me puede aplicar el dicho, por comodidad no averigüé mejor, tuve todas las oportunidades el domingo anterior para hacerlo, incluso a la salida cuando saludé al sacerdote.

Pero, me queda rondando una pregunta maliciosa. Como puede ser que personas que trabajan para o relacionadas con la iglesia no conozcan los horarios de misa. ¿Acaso ninguna de ellas asiste a misa?

No me había sucedido algo así en el pasado, es cierto que pandemia mediante hubo muchos cambios momentáneos y la misa por internet pasó en su momento a sustituir a la presencial. Esto también es un tema que da para conversar mucho. Recuerdo unas palabras de Benedicto XVI (ya Papa Emérito) al respecto mirando la práctica de la liturgia desde otro ángulo y refiriéndose a un dicho de Jesús: no cito, escribo como lo recuerdo: cuando dos o más se reúnen en mi nombre yo estoy con ellos (Mt 18, 20).

JESÚS, LA IGLESIA Y EL POSMODERNISMO

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