Haruki Murakami, el escritor
japonés, ha teñido sus libros con canciones occidentales. Previo al inicio de
su carrera, junto a su esposa, instaló un bar-jazz en las inmediaciones de la
estación de metro Sendagaya, en Tokio. Se escuchaba música de continuo, jazz. Los
sábados se realizaban espectáculos en vivo.
Treinta años después, sentado
frente al computador, transformaría en letras la variopinta clientela que lo
frecuentaba y extrapolaría en ellas a sus difusos personajes.
Un día decidió dedicarse a
escribir y viró sus metas en arriesgada tarea. Comenzó también su otra pasión,
la de corredor. Durante los trayectos le era más útil el rock según cuenta en
su libro: De que hablo cuando hablo de correr… “Correr, como escribir, consiste
en no perder el ritmo” —dice Murakami— “cuando escribo no escucho música,
escribo en silencio. Dedico sí muchas horas del día a escuchar música”.
Para el lector atento la música
guía la novela, la música culta indicará un cambio en el estado del mundo
ficcional, y serán los blues, el rock o el jazz los que acompañarán los
altibajos emocionales de los personajes, así como el tiempo y el paisaje.
Murakami no es un profesional de
la música es un fan, no ejecuta instrumentos ni lee música, traslada esa pasión
a sus novelas. No se concibe un personaje de Murakami que no vibre ante
determinadas melodías.
Si existe una novela que refleja
esa simbiosis entre música, soledad, realismo mágico y sexo, esa es: Norwegian
Woods. Obra con la que el escritor obtuvo su primer gran éxito. Murakami es un
escritor sumamente estructurado y esto va desde la música que escucha y sus
carreras de maratón a su planificada forma informal de vestir. Ante un panorama
donde abunda la lógica, por qué no preguntarnos si la canción no fue una
estudiada forma de tomar prestada parte de la fama de los Beatles. Es curioso,
pero pasado el tiempo, podríamos hacernos la pregunta en sentido inverso, sobre
todo pensando en nuevas generaciones, no es ahora esa novela que se deja
deslizar con suavidad ante nuestros ojos una forma de reedición del famoso
grupo. Porque como suele decirse las canciones son tan fugaces y pasajeras…
La letra de la canción refiere a
que el cantante y una chica conversan y beben vino en una cabaña de pino
(madera noruega) sentados en una alfombra en el piso hasta las dos de la
mañana. Cuando él despertó ella no estaba (el pájaro había volado). Al final
dice él prendió un fuego. Algo así hacía al final del espectáculo Van Halen con
sus instrumentos.
En la novela Watanabe, el héroe,
se ve muy ligado a una chica, ex novia de un amigo suyo que se suicida. La
chica aparece tiempo después internada en un sitio de descanso entre las
montañas, permanecen dos días en una especie de cabaña de madera, toman vino,
escuchan la música que su compañera de pieza, una antigua concertista con las
manos dañadas, toca en una guitarra. Al tiempo la chica se suicida. Es una
forma de desaparecer. La canción de los Beatles suele llamarse también This
Bird Has Flown. El funeral (el fuego) aparece como un encuentro entre Watanabe
y la amiga, vino, recuerdos y sexo mientras ella toca los temas que recuerda.
La novela refleja la vida del
estudiante de los años 1967 a 1970. Los años de estudio del autor y los
recuerdos novelados de Watanabe son sus recuerdos. Las fugaces amistades, las primeras
relaciones sexuales y la soledad. El
ansia de los jóvenes de explorar nuevas situaciones tiene su paralelismo con la
canción. En ella George Harrison experimentó con un sitar, especie de guitarra
hindú.
En: 1Q84, posiblemente el libro más conocido del escritor
japonés, este recrea con amplitud su elaborada técnica de realismo fantástico.
Es un libro donde hay, por un momento dos tiempos paralelos el año 1984 (que no
por casualidad ha sido elegido, sino en base a la obra de Orwell) y otro
llamado 1Q84, un mundo distópico.
La obra consiste en tres libros,
cada uno de ellos contiene dos secciones que se alternan capítulo a capítulo. La
novela comienza así: la protagonista de la primera sección, una especialista de
artes marciales y sicaria de hombres abusivos viaja por la autopista… “La radio
del taxi retrasmitía un programa de música clásica por FM. Sonaba la
Sinfonietta de Janácek…” La segunda sección tiene como protagonista a un joven
profesor de matemáticas y aspirante a escritor. Desde el comienzo también
predomina la música, en este caso es el silencio que acompaña en él un recuerdo
imposible. Los momentos bisagra entre ambos mundos están constituidos por la
Sinfonieta.
El relato del atascamiento en el
taxi es tan detallista que enciende en el lector el deseo de escuchar esa
música. Y efectivamente lo ha hecho. Si se busca la obra de Janacek en Youtube
y se leen los comentarios, que hay cientos, el escucha ha arribado a la página
a través de la lectura de 1Q84.
Al comienzo de la novela: Crónica
del pájaro que da cuerda al mundo el protagonista recibe la misteriosa llamada
telefónica de una mujer que le pide diez minutos… suena la Gazza Ladra de
Rossini. Un cambio ha comenzado, podrá preguntarse el lector si está
relacionado con el título de la obra.
En los últimos tiempos Murakami
ha incursionado en libros de no ficción. No sé si son los que sus lectores
esperan. Acaba de publicar: Música solo música que escriben con el director de
orquesta Seiji Ozawa durante una serie de encuentros. Abarcan tópicos que van
desde el concierto N°3 de Beethoven, la relación entre escritura y música, los
blues de Chicago, las alegrías de la ópera, la academia internacional Osawa en
Suiza y la enseñanza de la música.
Murakami es un coleccionista de
discos. Durante las conversaciones comparan pasajes de obras de diferentes
conciertos, las modificaciones de las ejecuciones; tiempos y formas. Es la
tradición musical de la obra que varía con cada solista.
En una pequeña ciudad suiza, Rolle,
a orillas del lago de Ginebra opera la academia internacional Seiji Ozawa. Consiste
en un seminario destinado a jóvenes instrumentistas de cuerda. Durante 10 días
brillantes músicos, entre veinte y treinta años, se reúnen para un retiro
durante el cual reciben una intensa formación. Es un edificio antiguo del
ayuntamiento, cargado de historia. Cada noche tocan en un castillo frente a los
habitantes de la ciudad.
Para Murakami lo que ocurre allí
es el proceso de creación de lo que llama “buena música”
Osawa destaca ese vertiginoso
aprendizaje como algo realmente increíble, “solo se entiende cuando uno lo ve
con sus propios ojos”
Murakami responde: “Soy escritor,
una especie de artesano solitario en cierto sentido. Observar cómo nace el arte
en el seno de un grupo de gente joven es algo que me ha conmovido
profundamente”.
El uso de la música tiende a
afirmar la occidentalización de la escritura de Murakami, ya influenciada por
sus innumerables viajes a Europa y USA y a su trabajo de traductor de inglés.
Es común el amor a la música por parte de muchos escritores. En ninguno es tan
manifiesto como en Murakami.
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