martes, 13 de octubre de 2020

PRIMER RECUERDO

 

He escuchado a muchas personas hablar sobre su primer recuerdo. Reconozco que no les he prestado mayor atención. Me preguntaría cuál es su significado, ¿conocerse mejor? Yo hablaría de primeros recuerdos, porque seamos sinceros esos que creemos nuestros recuerdos están generalmente muy influenciados por relatos de los familiares, por fotos de la época, por tantas cosas…

Si concuerdo en algo, es un ejercicio que no dejamos de hacer, un hecho al que alguna vez hemos dedicado nuestro tiempo. Por lo general en los relatos siempre escucho hablar de algún hecho detonante, fuera de lo común, llamativo.

Para no dilatar demasiado esto digamos que yo tengo dos recuerdos que compiten por ser el más antiguo, como si fueran Peñarol y Nacional.

Digamos que aproximadamente entre los cuatro y seis años vivía con mis padres y mi abuela materna en las proximidades del camino Maldonado, en el kilómetro 20 y 1/2. Un fraccionamiento nuevo de terrenos grandes, del orden de los 2000 m2. Y sí mis primeros recuerdos son de esa época.

 

Por la normalmente desierta calle Andrómeda circuló una camioneta blanca iban regalando álbumes de figuritas. La calle se llenó de niños y mayores que rodeaban el vehículo. Un hombre hablaba a través de un megáfono. Yo no entendía de qué se trataba el asunto, eso lo tengo claro, pero me dijeron que pidiera un álbum. En ese momento arrancó la camioneta y siguió su recorrido en la bajada que hacía la calle a unos metros de mi casa. Corrí y corrí. Grité y grité. Hasta que me caí. Volví cabizbajo, no puedo asegurarlo, pero seguramente llorando y sin álbum. Obviamente mi viejo había recogido uno antes de decirme que fuera a buscarlo. Hace media hora, con motivo de este trabajo pensé un poco más. Sin duda era el año 1954, antes del mundial del famoso partido con Hungría. Debió haber sido a principios del otoño de ese año, yo tenía cuatro años.

 

Después de que caminamos mucho con mis padres, mi abuela y mi hermana más chica llegamos a un lugar con mucha gente. Muchos niños con sus padres y abuelos. Igual que yo. Esta circunstancia era distinta, todos estaban vestidos especialmente, con eso quiero decir no estaban de entrecasa. Había un silencio grande alternado con cantos y un hombre con vestimentas extrañas, vistosas y un gran gorro. Yo estaba con mi padrino, no con mis padres. Era un hombre más bien gordo y con muchos años. Tampoco en este caso entendía de qué se trataba el asunto. Y mis recuerdos no pasan de ahí.

Viéndolo más adelante, en perspectiva supe que se trataba de mi confirmación, el lugar a donde habíamos ido era la parroquia de Villa García. Y el oficiante era el Obispo de Montevideo, posiblemente fuera el Cardenal Barbieri.

Era una fecha que podría haber peguntado y que seguramente puedo averiguar aún hoy en la iglesia. De todos modos sí recuerdo el día que cumplí 5 años, un día lluvioso en que fui a casa de mi padrino, que vivía pegado a mi casa, para recibir el regalo, como correspondía. No podía ser el día que cumplí seis porque era un día hermoso de sol en el que fugazmente fui a la escuela. Pero tengo otro recuerdo. Mi padrino me había regalado algo antes. Pudo ser cuando cumplí cuatro años o fue posiblemente el día de mi confirmación. Eso no lo sé. Tendría entonces cuatro años y la fecha no difiere mucho con la del recuerdo anterior.

Si bien esto que les contaré no es mi recuerdo más antiguo, sí es de la época, de mis cinco años. Es el recuerdo de un viaje que hice en tren. Muchos años después lo redacté como cuento, para mi nieta mayor cuando comenzó a leer. Fue el primer cuento que escribí.



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