He escuchado a muchas personas
hablar sobre su primer recuerdo. Reconozco que no les he prestado mayor
atención. Me preguntaría cuál es su significado, ¿conocerse mejor? Yo hablaría
de primeros recuerdos, porque seamos sinceros esos que creemos nuestros
recuerdos están generalmente muy influenciados por relatos de los familiares,
por fotos de la época, por tantas cosas…
Si concuerdo en algo, es un
ejercicio que no dejamos de hacer, un hecho al que alguna vez hemos dedicado
nuestro tiempo. Por lo general en los relatos siempre escucho hablar de algún
hecho detonante, fuera de lo común, llamativo.
Para no dilatar demasiado esto
digamos que yo tengo dos recuerdos que compiten por ser el más antiguo, como si
fueran Peñarol y Nacional.
Digamos que aproximadamente entre
los cuatro y seis años vivía con mis padres y mi abuela materna en las
proximidades del camino Maldonado, en el kilómetro 20 y 1/2. Un fraccionamiento
nuevo de terrenos grandes, del orden de los 2000 m2. Y sí mis
primeros recuerdos son de esa época.
Por la normalmente desierta calle
Andrómeda circuló una camioneta blanca iban regalando álbumes de figuritas. La
calle se llenó de niños y mayores que rodeaban el vehículo. Un hombre hablaba a
través de un megáfono. Yo no entendía de qué se trataba el asunto, eso lo tengo
claro, pero me dijeron que pidiera un álbum. En ese momento arrancó la
camioneta y siguió su recorrido en la bajada que hacía la calle a unos metros de
mi casa. Corrí y corrí. Grité y grité. Hasta que me caí. Volví cabizbajo, no
puedo asegurarlo, pero seguramente llorando y sin álbum. Obviamente mi viejo
había recogido uno antes de decirme que fuera a buscarlo. Hace media hora, con
motivo de este trabajo pensé un poco más. Sin duda era el año 1954, antes del
mundial del famoso partido con Hungría. Debió haber sido a principios del otoño
de ese año, yo tenía cuatro años.
Después de que caminamos mucho con
mis padres, mi abuela y mi hermana más chica llegamos a un lugar con mucha
gente. Muchos niños con sus padres y abuelos. Igual que yo. Esta circunstancia
era distinta, todos estaban vestidos especialmente, con eso quiero decir no
estaban de entrecasa. Había un silencio grande alternado con cantos y un hombre
con vestimentas extrañas, vistosas y un gran gorro. Yo estaba con mi padrino,
no con mis padres. Era un hombre más bien gordo y con muchos años. Tampoco en
este caso entendía de qué se trataba el asunto. Y mis recuerdos no pasan de
ahí.
Viéndolo más adelante, en
perspectiva supe que se trataba de mi confirmación, el lugar a donde habíamos
ido era la parroquia de Villa García. Y el oficiante era el Obispo de
Montevideo, posiblemente fuera el Cardenal Barbieri.
Era una fecha que podría haber
peguntado y que seguramente puedo averiguar aún hoy en la iglesia. De todos
modos sí recuerdo el día que cumplí 5 años, un día lluvioso en que fui a casa
de mi padrino, que vivía pegado a mi casa, para recibir el regalo, como
correspondía. No podía ser el día que cumplí seis porque era un día hermoso de
sol en el que fugazmente fui a la escuela. Pero tengo otro recuerdo. Mi padrino
me había regalado algo antes. Pudo ser cuando cumplí cuatro años o fue posiblemente
el día de mi confirmación. Eso no lo sé. Tendría entonces cuatro años y la
fecha no difiere mucho con la del recuerdo anterior.
Si bien esto que les contaré no es mi recuerdo más antiguo, sí es de la época, de mis cinco años. Es el recuerdo de un viaje que hice en tren. Muchos años después lo redacté como cuento, para mi nieta mayor cuando comenzó a leer. Fue el primer cuento que escribí.
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