viernes, 25 de diciembre de 2020

Allanando el camino

por Jeremías Torri.


Cada tanto, muy cada tanto, me vuelven las ganas de dibujar, de pintar. Pensando en que vienen las vacaciones y es lindo hacer algo diferente mientras esperamos que se hunda la boya o que ronque el reel, porque algún pez ha picado. Entonces retomo mi equipo, aunque más no sea para desempolvarlo y volver a guardarlo. Tengo desde hace mucho tiempo dos muñecos articulados, de las primeras cosas que me aconsejaron usar cuando comencé con ese hobby. Pues no estaban donde se suponía que deberían estar. Los había visto hacía relativamente poco tiempo.

Están cercanas las vacaciones y pienso en el río, en el mar, en la playa. Aunque: diciembre es un mes de examen, y no lo digo por los estudiantes, lo es porque finaliza el año, porque se hacen los balances, porque sirve para planificar, para cambiar, para mejorar para el próximo. Con el tiempo previo a Navidad sucede algo similar. Es un tiempo de examen y propuesta de cambio. Una época de volver al amor primero. Tal es el juicio que en el libro del apocalipsis se le hace a la iglesia de Éfeso. “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído…”

Tal discurso no fue desoído. Sobre el pequeño escritorio escolar —que ella estaba lista para dejar el próximo año— despejado y cubierto por una tela azul, en una esquina de su habitación, en un pequeño espacio diáfano estaban las figuras de María y José. Interesantes figuras atemporales realizadas con mucho amor. ¿Por qué? Por los pormenores que abundaban. María con una capa celeste. Hasta el detalle de los zapatos que con toda seguridad tomó de uno de sus juegos.

Los dos muñecos articulados casi no se distinguían debajo de una cuidadosa y bastante bien lograda vestimenta de telas de colores, pinturas, ramas, hojas y flores secas. En posturas estudiadas, las de la madre, las del hombre calmo. Y mi nietecita sonriente y abstraída.

 

—Hola, ¿cómo está mi nieta linda?

—Jugando…

—No has visto…

—Para nada. ¿Qué te parece el escritorio abu? Viste, he enderezado el camino… ¿Viste a María y José? ¿Están bonitos verdad?

—Claro, preciosos, donde aprendiste a hacer esas vestimentas, te estás convirtiendo en una artista.

—Es que estoy contenta porque viene Navidad, porque me gusta lo que hago, porque espero que nazca el niño. No es igual desear que esperar. Esperan los padres. Esperaban María y José.

—Cierto. No lo vi al niño.

—Pero abu, todavía no nació. ¿Tú que esperas?

—Que te diré, mis carriles son más difícil de enderezar. No es fácil cambiar. Allanar los caminos, enderezar las sendas siempre tiene que ver con la humildad. Resolver algún obstáculo que me aparte de los demás. Hay muchos…

—Alguna vez, de niño, debes haber leído “El Principito”: “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, a partir de las tres empezaré a ser feliz. A medida que se acerque la hora me sentiré más feliz. Y a las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, no sabré nunca a qué hora vestirme el corazón...” Por eso festejamos Navidad.

—Y porque vino a los suyos y los suyos no lo recibieron…

—Eso no lo entiendo, abu, ¿por qué habrían de hacer eso?

—Porque son libres, y está bien. Porque la libertad que no nos pueden quitar, la única, es la de elegir nuestro propio camino.

—Quieres que te responda: “despierta hombre”

 



jueves, 24 de diciembre de 2020

PREPARANDO LA NAVIDAD

    Desde siempre hemos mirado la Navidad con un poco de nostalgia. Mientras vimos, primero en las postales, luego en las películas, esos copos de nieve que flotan en el aire y leves se dejan arrastrar por la brisa. Recuerdo, en los comercios las bolsitas transparentes con blanquísimas formas inmaculadas, o las circulares, regalos del papel de las perforadoras que traían de alguna oficina. De esa forma se esparcían sobre el arbolito y ya había nevado. Una nieve que no conocemos en nuestro país.

También, por única vez en el año se comían productos de otros países lejanos, países del norte. Hoy el consumismo hace que esos productos estén disponibles todo el año. No había regalos en Navidad, los niños esperarían su día, el seis de enero, el día de los reyes magos. La noche anterior dejarían sus zapatos con la ilusión de ver al día siguiente plasmados sus sueños y sus pedidos; en una época de menos juguetes que esta y con mayor aporte personal.

Pasado el tiempo olvidamos esa pintura, muchos conocimos la nieve en las lejanas montañas o en diferentes viajes. También supimos que en Belén no nieva. Nuestra navidad se hizo más tradicional. Un árbol sin nieve, el plástico hizo olvidar la rama de pino que los niños, de forma furtiva, tomábamos del seto vecino.

Cordero asado, chorizos, morcillas. Lo nuestro. Pensando en celebraciones de otro momento recuerdo cuadros de la escuela peruana donde en la última cena, en lugar del cordero pascual, se servía cui asado. La natural inculturación.

Esta navidad volveremos a disfrutar de nuestro verano, de nuestro fuego, un gran fuego y de nuestro asadito. Todo vale, si no hay patio, o fondo, está la azotea para colocar un medio tanque y encender el juego, también vale utilizar la vereda.

Disfrutaremos todos, al aire libre, familias más reducidas, con el tapabocas al que ya nos hemos acostumbrado. Nada de encierros, y si llueve para algo están los amplios aleros o las galerías de chapa. En esta época solemos tener un cielo diáfano y celeste. Celeste como la vestimenta de la virgen en la balconera, como nuestra bandera y como nuestra camiseta.

El día anterior viajaré unos pocos kilómetros hasta la chacra y sacrificaré el cordero. Recordaré a mi viejo carneando el lechón que había comprado en pie.

El 24 soportando el calor, a las 17 horas, iré preparando el fuego. El cordero estará pronto para las diez. Antes de la cena se reunirá la familia, los que estén, porque con hijos grandes y como debe ser, cada uno fue formando su propia familia. Hoy ya sus hijos se preparan para formar las suyas. Cada quien leerá el relato que ha escrito, ha escogido, o el canto, si sabe hacerlo.

Cuando lleguen las 12 de la noche al brindar diremos Feliz Navidad.

 

    Recordaremos que la sagrada familia pasó sola, mientras en el pueblo de David no cabía más gente. Sola en la tierra, sola con Dios y su esplendor que comunicó la buena noticia a los más pequeños. Desde el hoy llamado parque de los pastores esos hombres, nómadas todavía, fueron a recibir al niño. También vendrían los reyes magos, nunca sabremos quienes fueron, sabios que siguieron una estrella. No olvidemos que no solo los marineros conocen las estrellas, también los nómades y también los pájaros que migran por la noche. ¿Y qué pájaros son esos? Pues entre ellos, el que más conocemos, las golondrinas. En estos días la conjunción de júpiter y saturno nos mostrarán al atardecer una estrella particular en el cielo del oeste, una estrella muy rara para quien conoce el cielo, una estrella que, para quien vive en Babilonia señala hacia Judea.

Y hoy que el asador ya hace tiempo que partió en busca del niño, hoy que el mundo cambió, pero él no lo supo. No supo que sería difícil invitar en cada navidad a ese vecino que pasaba solo, porque no tenía familia. Quizá en el barrio donde vivía, alguien haya continuado transitando su senda. Su recuerdo siempre estará a través de sus infinitas vivencias, a través de sus enseñanzas, de lo que hizo bien y, como todos, también cuando se equivocó. Hoy, esta Navidad, como todas, no lo recuerdo en su caminar, lo veo junto al Niño y como el niño que nunca dejó de ser.

domingo, 18 de octubre de 2020

LA MÚSICA DE MURAKAMI

 

Haruki Murakami, el escritor japonés, ha teñido sus libros con canciones occidentales. Previo al inicio de su carrera, junto a su esposa, instaló un bar-jazz en las inmediaciones de la estación de metro Sendagaya, en Tokio. Se escuchaba música de continuo, jazz. Los sábados se realizaban espectáculos en vivo.

Treinta años después, sentado frente al computador, transformaría en letras la variopinta clientela que lo frecuentaba y extrapolaría en ellas a sus difusos personajes.

Un día decidió dedicarse a escribir y viró sus metas en arriesgada tarea. Comenzó también su otra pasión, la de corredor. Durante los trayectos le era más útil el rock según cuenta en su libro: De que hablo cuando hablo de correr… “Correr, como escribir, consiste en no perder el ritmo” —dice Murakami— “cuando escribo no escucho música, escribo en silencio. Dedico sí muchas horas del día a escuchar música”.

Para el lector atento la música guía la novela, la música culta indicará un cambio en el estado del mundo ficcional, y serán los blues, el rock o el jazz los que acompañarán los altibajos emocionales de los personajes, así como el tiempo y el paisaje.

Murakami no es un profesional de la música es un fan, no ejecuta instrumentos ni lee música, traslada esa pasión a sus novelas. No se concibe un personaje de Murakami que no vibre ante determinadas melodías.

Si existe una novela que refleja esa simbiosis entre música, soledad, realismo mágico y sexo, esa es: Norwegian Woods. Obra con la que el escritor obtuvo su primer gran éxito. Murakami es un escritor sumamente estructurado y esto va desde la música que escucha y sus carreras de maratón a su planificada forma informal de vestir. Ante un panorama donde abunda la lógica, por qué no preguntarnos si la canción no fue una estudiada forma de tomar prestada parte de la fama de los Beatles. Es curioso, pero pasado el tiempo, podríamos hacernos la pregunta en sentido inverso, sobre todo pensando en nuevas generaciones, no es ahora esa novela que se deja deslizar con suavidad ante nuestros ojos una forma de reedición del famoso grupo. Porque como suele decirse las canciones son tan fugaces y pasajeras…

La letra de la canción refiere a que el cantante y una chica conversan y beben vino en una cabaña de pino (madera noruega) sentados en una alfombra en el piso hasta las dos de la mañana. Cuando él despertó ella no estaba (el pájaro había volado). Al final dice él prendió un fuego. Algo así hacía al final del espectáculo Van Halen con sus instrumentos.

En la novela Watanabe, el héroe, se ve muy ligado a una chica, ex novia de un amigo suyo que se suicida. La chica aparece tiempo después internada en un sitio de descanso entre las montañas, permanecen dos días en una especie de cabaña de madera, toman vino, escuchan la música que su compañera de pieza, una antigua concertista con las manos dañadas, toca en una guitarra. Al tiempo la chica se suicida. Es una forma de desaparecer. La canción de los Beatles suele llamarse también This Bird Has Flown. El funeral (el fuego) aparece como un encuentro entre Watanabe y la amiga, vino, recuerdos y sexo mientras ella toca los temas que recuerda.

La novela refleja la vida del estudiante de los años 1967 a 1970. Los años de estudio del autor y los recuerdos novelados de Watanabe son sus recuerdos.  Las fugaces amistades, las primeras relaciones sexuales y la soledad.  El ansia de los jóvenes de explorar nuevas situaciones tiene su paralelismo con la canción. En ella George Harrison experimentó con un sitar, especie de guitarra hindú.

En: 1Q84, posiblemente el libro más conocido del escritor japonés, este recrea con amplitud su elaborada técnica de realismo fantástico. Es un libro donde hay, por un momento dos tiempos paralelos el año 1984 (que no por casualidad ha sido elegido, sino en base a la obra de Orwell) y otro llamado 1Q84, un mundo distópico.

La obra consiste en tres libros, cada uno de ellos contiene dos secciones que se alternan capítulo a capítulo. La novela comienza así: la protagonista de la primera sección, una especialista de artes marciales y sicaria de hombres abusivos viaja por la autopista… “La radio del taxi retrasmitía un programa de música clásica por FM. Sonaba la Sinfonietta de Janácek…” La segunda sección tiene como protagonista a un joven profesor de matemáticas y aspirante a escritor. Desde el comienzo también predomina la música, en este caso es el silencio que acompaña en él un recuerdo imposible. Los momentos bisagra entre ambos mundos están constituidos por la Sinfonieta.

El relato del atascamiento en el taxi es tan detallista que enciende en el lector el deseo de escuchar esa música. Y efectivamente lo ha hecho. Si se busca la obra de Janacek en Youtube y se leen los comentarios, que hay cientos, el escucha ha arribado a la página a través de la lectura de 1Q84.

Al comienzo de la novela: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo el protagonista recibe la misteriosa llamada telefónica de una mujer que le pide diez minutos… suena la Gazza Ladra de Rossini. Un cambio ha comenzado, podrá preguntarse el lector si está relacionado con el título de la obra.

En los últimos tiempos Murakami ha incursionado en libros de no ficción. No sé si son los que sus lectores esperan. Acaba de publicar: Música solo música que escriben con el director de orquesta Seiji Ozawa durante una serie de encuentros. Abarcan tópicos que van desde el concierto N°3 de Beethoven, la relación entre escritura y música, los blues de Chicago, las alegrías de la ópera, la academia internacional Osawa en Suiza y la enseñanza de la música.

Murakami es un coleccionista de discos. Durante las conversaciones comparan pasajes de obras de diferentes conciertos, las modificaciones de las ejecuciones; tiempos y formas. Es la tradición musical de la obra que varía con cada solista.

En una pequeña ciudad suiza, Rolle, a orillas del lago de Ginebra opera la academia internacional Seiji Ozawa. Consiste en un seminario destinado a jóvenes instrumentistas de cuerda. Durante 10 días brillantes músicos, entre veinte y treinta años, se reúnen para un retiro durante el cual reciben una intensa formación. Es un edificio antiguo del ayuntamiento, cargado de historia. Cada noche tocan en un castillo frente a los habitantes de la ciudad.

Para Murakami lo que ocurre allí es el proceso de creación de lo que llama “buena música”

Osawa destaca ese vertiginoso aprendizaje como algo realmente increíble, “solo se entiende cuando uno lo ve con sus propios ojos”

Murakami responde: “Soy escritor, una especie de artesano solitario en cierto sentido. Observar cómo nace el arte en el seno de un grupo de gente joven es algo que me ha conmovido profundamente”.

El uso de la música tiende a afirmar la occidentalización de la escritura de Murakami, ya influenciada por sus innumerables viajes a Europa y USA y a su trabajo de traductor de inglés. Es común el amor a la música por parte de muchos escritores. En ninguno es tan manifiesto como en Murakami.


martes, 13 de octubre de 2020

PRIMER RECUERDO

 

He escuchado a muchas personas hablar sobre su primer recuerdo. Reconozco que no les he prestado mayor atención. Me preguntaría cuál es su significado, ¿conocerse mejor? Yo hablaría de primeros recuerdos, porque seamos sinceros esos que creemos nuestros recuerdos están generalmente muy influenciados por relatos de los familiares, por fotos de la época, por tantas cosas…

Si concuerdo en algo, es un ejercicio que no dejamos de hacer, un hecho al que alguna vez hemos dedicado nuestro tiempo. Por lo general en los relatos siempre escucho hablar de algún hecho detonante, fuera de lo común, llamativo.

Para no dilatar demasiado esto digamos que yo tengo dos recuerdos que compiten por ser el más antiguo, como si fueran Peñarol y Nacional.

Digamos que aproximadamente entre los cuatro y seis años vivía con mis padres y mi abuela materna en las proximidades del camino Maldonado, en el kilómetro 20 y 1/2. Un fraccionamiento nuevo de terrenos grandes, del orden de los 2000 m2. Y sí mis primeros recuerdos son de esa época.

 

Por la normalmente desierta calle Andrómeda circuló una camioneta blanca iban regalando álbumes de figuritas. La calle se llenó de niños y mayores que rodeaban el vehículo. Un hombre hablaba a través de un megáfono. Yo no entendía de qué se trataba el asunto, eso lo tengo claro, pero me dijeron que pidiera un álbum. En ese momento arrancó la camioneta y siguió su recorrido en la bajada que hacía la calle a unos metros de mi casa. Corrí y corrí. Grité y grité. Hasta que me caí. Volví cabizbajo, no puedo asegurarlo, pero seguramente llorando y sin álbum. Obviamente mi viejo había recogido uno antes de decirme que fuera a buscarlo. Hace media hora, con motivo de este trabajo pensé un poco más. Sin duda era el año 1954, antes del mundial del famoso partido con Hungría. Debió haber sido a principios del otoño de ese año, yo tenía cuatro años.

 

Después de que caminamos mucho con mis padres, mi abuela y mi hermana más chica llegamos a un lugar con mucha gente. Muchos niños con sus padres y abuelos. Igual que yo. Esta circunstancia era distinta, todos estaban vestidos especialmente, con eso quiero decir no estaban de entrecasa. Había un silencio grande alternado con cantos y un hombre con vestimentas extrañas, vistosas y un gran gorro. Yo estaba con mi padrino, no con mis padres. Era un hombre más bien gordo y con muchos años. Tampoco en este caso entendía de qué se trataba el asunto. Y mis recuerdos no pasan de ahí.

Viéndolo más adelante, en perspectiva supe que se trataba de mi confirmación, el lugar a donde habíamos ido era la parroquia de Villa García. Y el oficiante era el Obispo de Montevideo, posiblemente fuera el Cardenal Barbieri.

Era una fecha que podría haber peguntado y que seguramente puedo averiguar aún hoy en la iglesia. De todos modos sí recuerdo el día que cumplí 5 años, un día lluvioso en que fui a casa de mi padrino, que vivía pegado a mi casa, para recibir el regalo, como correspondía. No podía ser el día que cumplí seis porque era un día hermoso de sol en el que fugazmente fui a la escuela. Pero tengo otro recuerdo. Mi padrino me había regalado algo antes. Pudo ser cuando cumplí cuatro años o fue posiblemente el día de mi confirmación. Eso no lo sé. Tendría entonces cuatro años y la fecha no difiere mucho con la del recuerdo anterior.

Si bien esto que les contaré no es mi recuerdo más antiguo, sí es de la época, de mis cinco años. Es el recuerdo de un viaje que hice en tren. Muchos años después lo redacté como cuento, para mi nieta mayor cuando comenzó a leer. Fue el primer cuento que escribí.



sábado, 26 de septiembre de 2020

BORGES Y EL CUENTO BREVE. PROSA Y POESÍA.


 Este vídeo está armado a partir del podcast que hemos preparado para comentar las preferencias literarias de Jorge Luis Borges, en particular teniendo en consideración lo que opina El premio Novel de literatura 2010, Mario Vargas Llosa, en su último libro "Medio siglo con Borges". Se incluyen algunos comentarios de la entrevista que la periodista argentina Leila Guerriero hiciera respecto de este libro.


martes, 25 de agosto de 2020

JUEGO DE EPÍSTOLAS


   I
ndignados por el maltrato al que son sometidos en un hospital dos pacientes preparan una lista del personal que debería morir. Tan solo una forma de puesta a tierra psicológica. Lo escrito comienza a hacerse realidad. El mundillo interior de engaños, falsificación de análisis y chantajes y ocultamientos comienza a salir a la luz. Un detective novato es llamado a intervenir. Hay muchos sospechosos y varios crímenes diferentes. Con tropiezos comienza a avanzar en un ambiente desconocido y con amigos que a su vez son sospechosos.

martes, 18 de agosto de 2020

RETO LITERAUTAS los primeros microrelatos de la pandemia

 Cada relato debía incluir  palabras prestablecidas.


19/3/20 REMEDIO

Al salir del supermercado, en medio de la vereda, alguien había colocado una inocente botella, cuyo rótulo rezaba “Elixir contra el coronavirus”

«¿Cuál será la trampa?» Me pregunté mientras el objeto volaba hacia la calle luego de recibir tremenda patada. Me asusté cuando lo observé chocar contra un vehículo cuyas luces destellaban.

De él bajaron unas personas con túnicas blancas. Me miraron, mientras me apoyaba en un árbol, mareado por el aumento de la fiebre.

 

20/3/20 PANDEMIA

Desde el extraño búnker me he detenido a observar la ciudad después de la guerra. Casi cien años hemos avanzado hacia el pasado, la guerra química es un hecho. No resuenan las bombas, todo es silencio. Miro hacia el exterior los comercios cerrados, tapiados y una mínima cantidad de personas se esconden detrás de sus máscaras protectoras.

A pesar de la fiebre me he acercado a la puerta, es posible que ya se pueda salir. Somos solo dos.

Desde el espejo un anciano gris me mira de manera poco amistosa. En lugar de guadaña tiene un bastón. Luce una especie de capa larga y gris y tiene la capucha recogida mostrando su palidez.

Abro la puerta del ascensor, el sujeto ha ingresado antes que yo y continúa con su vista fija en mí. Intento volver hacia la ventana, lo logro.

Me sigue. Me recuerda a alguien. No puedo ubicar a quién.

Cinco pisos más abajo los canales están secos. Imagino que esperará que crezca el funesto Aqueronte para partir. Tomará su barca, varada ahora, y utilizará el bastón como remo.

Desde la ventana lo saludaré.

 

21/3/20 JUEGOS DE CUARENTENA

Los niños no deberían vivir en apartamentos, ni tendríamos que inventarles tareas. Deberían poder jugar y correr por los patios de la vecindad, como cuando yo era niño. Pero en este confinamiento en que vivimos, en este quedarnos todos en casa, hay que mirar todo como un juego nuevo.

El angosto pasillo se ha transformado en cancha de fútbol y nadie puede pasar. Me duelen las piernas de tanto intentar parar los pelotazos y este pequeño e incansable individuo no sabe o no quiere hacer otra cosa.

Alguien abre la puerta, miro hacia atrás, hacia el estar y observo una complicada estructura de bancos y sillas superpuestos, formando una especie de casa de muñecas. Completa, con cortinas, mesitas y todo lo que se pueda imaginar.

Pero sucede lo imprevisto, o lo demasiado previsto. En ese momento el delantero patea y el portero está distraído, la red está abierta y la pelota golpea de lleno la frágil estructura.

Ayudamos todos a reconstruir, hasta el futbolista, pero el conejo electrónico no aparece.

Llantos y más llantos, gritos y alguien que se va a acostar temprano.

Al cabo de un rato sale y dice: —yo también voy a jugar a la pelota.

—¡No! Por favor busquemos ese animal perdido. Otra vez, colaboremos todos.

Al final el juguete estaba debajo de la cama.

 

22/3/20 MENSAJE

 

23/3/20 TRABAJO

Con su vestimenta de ejecutiva desalineada, con un enorme tapabocas celeste, deambula por las calles vacías. Demasiados días de teletrabajo la adormilaron.

¡Al fin un día de trabajo real! El sol se alineó con la avenida y enrojeció los plátanos tempraneros, pero solo ella despertó.

Toda la noche soñó con volver a compartir con otros humanos y solo ha visto rostros serios, escondidos, lejanos, menos expresivos  que los de sus odiadas imágenes de ordenador.

Las cortinas metálicas se han erigido en murallas a las puertas de los comercios. Apenas, en la plaza,

 

24/3/20 DERECHOS

Acostumbrados a gritar por nuestros derechos olvidamos que son la consecuencia de nuestras obligaciones.

Así, al principio, a pesar de las advertencias las personas continuaron viajando y exigieron que se las repatriara cuando se cancelaron los vuelos.

Las autoridades lo consideraron lógico. También continuaron yendo a fiestas de mil personas y disfrutaron de los días de playa que quedaban al verano.

Ignoraban que llevaban y ofrecían un invitado indeseable. Pero claro tenían derecho a ello, y el invitado también. Como el camaleón, viajó por las hojas de la jungla humana, por todo el planeta, sin avisar.

Las propias lágrimas albergan al huésped y solo al secarse, con los ojos abiertos al esfuerzo, vendrán aires de verdadera libertad.

 

25/3/20 PUEBLO BLANCO

Había que mejorar la convivencia y a los López no se les ocurrió mejor idea que salir a visitar un pueblo abandonado, de esos que la carretera formó hace doscientos años y que el siglo XXI dejó de lado. El furgón grande no llamó la atención en la carretera.

Bajaron, corrieron por la plaza, tomaron muchísimas selfies. En los otrora verdes bancos tuvieron su picnic.

Puertas y ventanas tapiadas, incluyendo la prolija capilla de plaza de pueblo chico.

Supusieron que los antiguos pobladores habrían emigrado a la ciudad, o al campo. Esos campesinos miedosos… Todo por otra gripe.

Todo estaba vacío, ni las almas de los difuntos moraban allí.

Entraron en el bar. Una sola mesa prolija, una sola mesa con mantel. Habían permanecido inalteradas las botellas detrás del mostrador. Un extraño y mal escrito cartel indicaba: “sírvase usted mismo y deje el importe en la caja”.

El día pasó muy rápido, lo opuesto de lo que sucedía dentro de su sitiada casa. Anocheció de pronto. ¡Qué fastidio! Volver a la prisión.

Pero entonces: ¡cuánta mala suerte! Una rueda pinchada.

Desde la carretera, próximo al cartel que indica pueblo blanco, no se percibe el olor a muerte.

 

26/3/20 REGRESO

Las calles se poblaron de incrédulos transeúntes. Volvieron los vehículos con sus bocinazos de festejo. Por un día parecieron olvidar sus diferencias políticas y se habló, por última vez del coronavirus.

Durante horas hubo propuestas, no olvidar, continuar trabajando juntos, de lo que habían aprendido en el encierro.

Muchos pidieron continuar con el teletrabajo. Habían redescubierto que el contacto con la familia, con los hijos no se podía canjear por dinero, ni por una posición personal en una empresa impersonal.

Los comercios se llenaron de personas que miraban y curioseaban, nadie compraba.

No todo había terminado, amenazas ya previstas comenzaban a mostrar su rostro.

En su casa Juan y María, con gran esfuerzo, después de comprobar que continuaban con fiebre se levantaron de sus camas. Los hermanos miraron por la ventana.

Las calles se poblaron de incrédulos transeúntes. Volvieron los vehículos con sus bocinazos de festejo. Por un día parecieron olvidar sus diferencias políticas y se habló, por última vez del coronavirus.

Durante horas hubo propuestas, no olvidar, continuar trabajando juntos, de lo que habían aprendido en el encierro.

Muchos pidieron continuar con el teletrabajo. Habían redescubierto que el contacto con la familia, con los hijos no se podía canjear por dinero, ni por una posición personal en una empresa impersonal.

Los comercios se llenaron de personas que miraban y curioseaban, nadie compraba.

No todo había terminado, amenazas ya previstas comenzaban a mostrar su rostro.

En su casa Juan y María, con gran esfuerzo, después de comprobar que continuaban con fiebre se levantaron de sus camas. Los hermanos miraron por la ventana.

Las calles se poblaron de incrédulos transeúntes. Volvieron los vehículos con sus bocinazos de festejo. Por un día parecieron olvidar sus diferencias políticas y se habló, por última vez del coronavirus.

Durante horas hubo propuestas, no olvidar, continuar trabajando juntos, de lo que habían aprendido en el encierro.

Muchos pidieron continuar con el teletrabajo. Habían redescubierto que el contacto con la familia, con los hijos no se podía canjear por dinero, ni por una posición personal en una empresa impersonal.

Los comercios se llenaron de personas que miraban y curioseaban, nadie compraba.

No todo había terminado, amenazas ya previstas comenzaban a mostrar su rostro.

En su casa Juan y María, con gran esfuerzo, después de comprobar que continuaban con fiebre se levantaron de sus camas. Los hermanos miraron por la ventana.

 

27/3/20 TORNADO

Como un tornado llegó la niña gritando que su padre tenía que asistir a un enfermo.

—¿Quién lo dice? Nunca quise, ni tengo nada que ver con la salud, ni con enfermos, ni enfermedades, nada de eso.

—No sé, ahí afuera hay un vehículo policial esperando por ti —insistió.

—Pues que esperen… Analizaré primero las medidas de seguridad que debo tomar. La prensa y las redes han dicho tantas cosas disímiles. Tomó la mascarilla, los guantes, alcohol en gel… y salió.

Se escucharon golpes en la puerta. —Es la policía. Abran, por favor.

Todos en la casa permanecieren expectantes esperando el regreso de su padre, de modo que escucharon el leve ruido de la puerta al abrirse.

—¿Y cómo te ha ido cobarde, has podido arreglar algo? —preguntó su esposa.

—Por supuesto, pero tomar precauciones no es ser miedoso, es no ser inconsciente. No era nada demasiado complicado, no sé por qué no consultaron por internet. En fin. Solo necesitaban que les tradujera un manual.

 

28/3/20 RISAS

Son las tres de la mañana. Se escucha una risa en el piso de abajo, o en cualquier otro. En este edificio es imposible saber desde donde proviene el sonido. Las ondas se propagan por los ductos y resuenan amplificándose.

En un momento normal me hubiera enfurecido, en un momento normal nadie hubiera reído a las tres de la mañana.

Pero hoy… en cuarentena, todavía no me había podido dormir. Hace apenas media hora que me acosté. Me levanto a prepararme un café.

De pronto me doy cuenta que río también. ¿De qué? De la risa. Del momento. Río porque es bueno.

Mi esposa algo dormida llega a la cocina y me observa extrañada.

—No he tomado nada —aclaro y ella también ríe.

Escucho ruidos… debo de haber despertado a otros vecinos, o quizá los despertó quien rio primero. No lo sé.

Oigo otras risas. No son las mismas que escuché al principio. Ahora todos en el edificio ríen.

 

 

 

martes, 28 de julio de 2020

UNA CELEBRACIÓN DIFERENTE

Después de varios meses volví a asistir a misa. No lo hacía desde antes de la cuarentena forzosa. Cuando volvieron a abrirse las iglesias no fui. Hoy es el día de Nuestra Señora de Betharram, la del ramo hermoso. Nunca falto. Siempre me emociona ver la hermosa escultura en mármol blanco de la virgen y el niño. Sé que estuve en ese pueblito vasco francés, contra los Pirineos.

He continuado con la misa a través de internet. Personalmente tiene muchas ventajas, una de ellas es que oigo bien.

Me molestó la música, no escuchaba las lecturas de las personas con tapabocas. Me pregunté por qué razón no había desplazado el ambón para que se pudiera leer sin este adminículo. Me molestaron las personas. Mujeres y hombres que son como yo. Yo soy uno de ellos. Abrigado, enmascarado, casi escondido, irreconocible como todos.

El diablo, en nombre de un supervisor extraño de este nuevo mundo distópico, bajo el aspecto de protocolo exige tus datos personales. ¿No tan alejado de la mención del texto del apocalipsis de hace dos mil años? El control innecesario de una pandemia ficticia.

Me faltaba el encuentro con Jesús en la comunión. Desde que llegué nada me había sabido bien. Después de recibirla fui otro.

Hace justo un año salía de seis operaciones y comenzaba con un tratamiento de inmunoterapia. Voy en la quinceava dosis.

Recordé al sacerdote que antes de la última intervención acercó a mi casa la eucaristía.

Hoy pude agradecer a nuestra madre haber podido superar un año más y el hecho de sentirme bien, a pesar de mi falta de paciencia. Hace un año un amigo me explicó sobre el tratamiento que yo estaba por comenzar. Hoy me duele saber que con total hidalguía está muriendo.


sábado, 25 de julio de 2020

NUEVO PRINCIPIO

El enemigo cayó, los dardos esféricos han muerto. Las cárceles ya no tienen rejas, se han abierto las jaulas. Atrás ha quedado encerrado el espanto, el hastío y el confinamiento.  

 

Cuanta alegría cuando lo supe, la música corre por las calles. Tiremos los tapabocas; fuera el perfume con olor a desinfectante. Besaré a todas las chicas, algunos cachetazos como caricias recibiré. Continuemos sin oficinas, ¡salve el teletrabajo! Adiós a las aulas, ¡no perdamos la teleconferencia!

 Las calles se agitaron, los colores intensos resurgieron, el sol colaboró y las nubes se dejaron llevar por el suave viento. Por un momento los pájaros volvieron a sentirse extraños.

 Ensimismado bailaba cuando el móvil anunció un mensaje…    

¡Vaya suerte! Usted ha obtenido el premio mayor; chicas y chicos me rodearon. Leí en voz muy alta: ¡usted ha ganado un crucero por el Caribe!                  

 Inmensamente solo, desde la vereda mirando el mar agitado vislumbré un crucero del pasado, con su pesada carga de cuarentena. Un barco entre la niebla al que en ningún puerto recibían. Un navío fantasma habitado por angustiadas almas sin tiempo.

 El temor futuro, donde todo se transformara en círculos de alegría y miedo hizo que valorara mejor el festejo. Midiendo en mí conciencia que no puedo vivir sin consecuencias.


JESÚS, LA IGLESIA Y EL POSMODERNISMO

  Leer en el blog de TIERRA SANTA

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